martes, 19 de julio de 2016

Me debato entre 
el calor
o el fuego
sin término medio. 

No contemplo 
que el calor provenga del fuego 
ni que el fuego me arrope con su calor
sin arder, 
y por ende,
sin consumirme.

No quiero consumirme. 
A veces creo que si,
pero sólo es cansancio;
cansancio de que las cosas que quiero
no vayan como quiero que vayan.

Siento el pecho denso
y eso me hace contemplar 
una libertad cada vez 
más lejana.
Sin saber de dóndes, cómos, cuándos ni por qués.

Siento el pecho denso
como nubes grises 
y lluevo. 
Lluevo sal. 
Ni siquiera tormenta. 
Si por lo menos truenos. 
Si por lo menos rayos. 
Si por lo menos luz, 
a instantes.
Si por lo menos...
Pero por nada. 


El pecho denso y encapotado,
a veces cálido y pegajoso
como en aquellas tormentas de verano, 
en las que ni siquiera truenos, 
ni siquiera rayos. 


Y espero el fuego 
del árbol perdido en mitad de 
ninguna parte,
que supo encenderse en rayos
en mitad de su propia tormenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario