martes, 13 de abril de 2021

La bruja cuentacuentos.

 

Deseo, pretendería incluso, que la frase “la vida da muchas vueltas” no sonara a amenaza en tus oídos cuando salga de la boca de alguien que sólo exhala cansancio.

Que no sonara a un falso presagio de pájaros de mal agüero y maldigas a la anciana que te mira y te mira, por ser tú medio nueva en esto que llaman vida, y ella medio bruja para las malas lenguas, y no te cuento ya historias de aldeas perdidas en mitad del monte y conjuros alrededor de la hoguera.

No puedo pretender, ya no es cosa mía, que no caigas en miedos, insomnios ni desvelos. Pero pretendería, intentaría ocultar que, en el fondo, muy en el fondo, sabes que no hace falta ser una anciana de las que miran y miran (bien o mal, qué más da) para ser medio bruja para las malas lenguas. A veces, falta sólo con ser alguien que por la boca exhala cansancio, y entre cansancios un “la vida da muchas vueltas” pretendiendo que no suene a amenaza.

Estoy cansada. A veces también tengo mucho miedo. No es malo que la vida de muchas vueltas. Como una noria. A veces la noria se queda encajada abajo. Es ahí, cuando se queda encajada (la noria o la vida), cuando esta medio-bruja, nada anciana ni de mal agüero, lanza maldiciones al cielo, aúlla y huye hacia adentro. Nunca conjuros que suenan a amenaza.

Me he descubierto. No pretendía.

No me busques en esta aldea, perdida en mitad del monte.